SIONISMO CRÓNICA DE UNA MENTIRA INVENTADA PARTE 3 DE 3

EL INVENTO DEL ESTADO DE ISRAEL Y OTRAS MENTIRAS
Siempre y
cuando se distinga ANTES entre judíos edomitas, judíos talmúdicos,
judíos toráticos, cristianos sionistas, cristianos anti-sionistas, mesiánicos e
israelitas. De lo contrario se termina en una caza de brujas de ignorancia: Y
ESA ES LA VERDADERA INTENCIÓN POR DETRÁS DE TODAS ESTAS MENTIRAS.
Basilea,
1897. El sionismo, la doctrina ideológica que bajo la cobertura de los derechos
históricos del (AUTODENOMINADO) "pueblo elegido" pretendía
construir un estado para reunir a las auto-proclamadas tribus perdidas de
Israel (las verdaderas sólo ahora están siendo reunidas y restauradas POR EL
PROPIO ELOHIM DE ISRAEL), decide durante su primera convención que la
ubicación ideal para el “hogar nacional judío” será Palestina.
Hasta
entonces habían considerado diversos lugares para el establecimiento de un
hipotético estado sionista; Madagascar, Alaska, Uganda, Argentina…, pero fue
bajo la dirección de los teóricos sionistas Teodoro Herzl y Leo Mozkin, que se
decidieron por Palestina porque, según ellos, además de reunir las
condiciones ideales era un lugar históricamente relevante para la causa
sionista.
La cuestión
de qué hacer con las gentes que allí había, (que en ese momento se encontraban
bajo el dominio del imperio turco), era simple: EXPULSARLOS.
Comienza así
la emigración de comunidades judías hacia lo que hoy es Israel.
En 1917 el
imperio británico conquista Palestina y ese mismo año, a través de la
denominada Declaración Balfour, es impulsada más decididamente la emigración
judía hacia un territorio habitado aun en un 90% por árabes.
La
Declaración Balfour fue una manifestación formal del gobierno británico
publicada el 2 de noviembre de 1917 en la que el Reino Unido se declaraba
favorable a la creación de un hogar nacional judío en Palestina. El
formato del documento es una carta firmada por el secretario de Relaciones
Exteriores británico (Foreign Office),
Arthur James
Balfour Y DIRIGIDA AL BARÓN LIONEL WALTER ROTHSCHILD, UN LÍDER DE LA
COMUNIDAD JUDÍA EN GRAN BRETAÑA, para su transmisión a la Federación
Sionista de Gran Bretaña e Irlanda. La Declaración es considerada como la
primera declaración de una potencia mundial en favor del derecho del pueblo
judío a establecerse en la Tierra de Israel, y fue incorporada en el
Tratado de paz de Sèvres entre Turquía y los Aliados. El documento original se
conserva en la Biblioteca Británica.
Foreign
Office, 2 de
noviembre de 1917.
Estimado
Lord Rothschild:
Tengo el
placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente
declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha
sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El
Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en
Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores
esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien
entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y
religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos
y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le
quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la
Federación Sionista.
Sinceramente
suyo, Arthur
James Balfour.
Francia e
Italia recibieron con reticencias la Declaración Balfour, pues eran favorables
a la internacionalización de Palestina. Alemania, para no perder los apoyos
sionistas con que contaba desde principios de la guerra, hizo su propia
declaración en favor de la "implantación judía en Palestina", a
través de una "instalación sin restricciones" y de un régimen de
autogobierno, para proceder al "libre desarrollo de su civilización".
Los árabes
de la región, que a través de la Rebelión árabe se hallaban en proceso de
construcción de su propio Estado, rechazaron, en el congreso nacional convocado
en Damasco, "las pretensiones sionistas de convertir la parte sur
de Siria, es decir, Palestina, en una commonwealth nacional para los
israelitas".
Del mismo
modo se había expresado unos meses antes un congreso árabe celebrado en
Jerusalén. En cuanto al yishuv (comunidad judía en Palestina), desde el
mismo momento en que el ejército británico tomó la región, reclamó que la
Declaración Balfour se hiciera efectiva y que la administración británica
reconociera las instituciones que los judíos habían puesto en pie como poder
paralelo. Sin embargo, debería pasar un tiempo antes de que los ocupantes
hicieran algo: en primer lugar, la Convención de La Haya obligaba a Gran
Bretaña a mantener escrupulosamente el statu quo en Palestina en tanto no se
firmara un tratado con quienes hasta entonces habían administrado el
territorio, esto es, el Imperio otomano.
Los
británicos alegaban también el elevado riesgo de graves choques entre judíos y
árabes si se daba a estos la preeminencia que reclaman, habida cuenta, entre
otras cosas, que los judíos constituían a fines de la Primera Guerra Mundial
apenas un 10% de la población de Palestina. FINALMENTE, DADOS LOS
CONFLICTOS QUE TODO ESTO NO DEJABA DE GENERAR, LA ADMINISTRACIÓN RECOMENDÓ A
GRAN BRETAÑA LA CANCELACIÓN DE LAS PROMESAS HECHAS EN LA DECLARACIÓN BALFOUR.
LA CONSTRUCCIÓN DEL HOGAR NACIONAL JUDÍO NO CONTARÍA CON UN EFECTIVO APOYO
BRITÁNICO HASTA 1920, FECHA EN QUE, UNA VEZ ESTABLECIDO EL MANDATO BRITÁNICO,
FUE NOMBRADO ALTO COMISARIO (MÁXIMA AUTORIDAD CIVIL) SIR HERBERT SAMUEL. GRAN
BRETAÑA, NO OBSTANTE, VOLVERÍA A REPLANTEARSE SU APOYO AL PROYECTO SIONISTA A
PRINCIPIOS DE LOS AÑOS TREINTA, A RAÍZ DE LOS CONFLICTOS CRECIENTES ENTRE LOS
ÁRABES Y LOS JUDÍOS.
La reacción
árabe al Sionismo nunca fue ni ha sido del todo monolítica. El poderoso clan de
Hussein, cuyo patriarca encabezaba el Consejo Supremo Musulmán en Jerusalén, se
oponía a la inmigración de los judíos, pero el prominente clan de los
Nashasibis favorecía tal inmigración, promulgaba una política de compromiso e
incluso la partición de Palestina entre judíos y árabes.
ISRAEL ZANGWILL Y LA
TERGIVERSACIÓN DE LA VERDAD
Israel Zangwill en su estudio en
Londres
Del
territorio que comprendía Palestina los británicos crearon dos entidades en
1921. Una de ellas, al este del río Jordán, se llamó Transjordania, o más
simplemente Jordania, y fue cedida al jefe beduino Abdullah Ibn Hussein. La
otra comprendería la franja del Jordán al Mediterráneo, donde los árabes
palestinos y los judíos forcejeaban por el control bajo el Mandato
Británico. Entre 1922 y 1947 la crisis en Palestina no fue primordialmente
una lucha entre árabes nativos y colonos judíos, sino entre estos últimos y las
autoridades británicas.
LA BANDA STERN Y SU
PROPUESTA PARA LUCHAR POR LA ALEMANIA DE HITLER
Estampilla israelí de 1978
conmemorativa del sionista revisionista Abraham Stern
El sionista
revisionista Abraham ‘Yair’ Stern (1907-1942) vivió un tiempo en la Italia de
Mussolini donde se nutrió profundamente de la ideología del fascismo: "En
febrero de 1934, mientras estudiaba en Florencia, Italia, organizó la rama
revisionista local buscando reclutas en el partido fascista".
La resuelta
creencia de Stern en que la única solución a la catástrofe judía era el fin del
dominio británico en Palestina, llevaba a una conclusión lógica: ellos no
podían derrotar a los británicos con su propias y débiles fuerzas, de manera
que buscaron como salvación a los enemigos de los británicos. Así,
entraron en contacto con un agente italiano en Jerusalén, un judío que
trabajaba para la policía británica, y en septiembre de 1940 redactaron un
acuerdo por el que Mussolini reconocería a un Estado sionista a cambio de la
cooperación del grupo de Stern con el ejército italiano cuando el país fuera
invadido.
El
documento que acredita la solicitud de colaboración con los nazis por
parte de la banda terrorista sionista de Abraham Stern (enero de 1941).
Después de
la guerra, se descubrió en los archivos de la embajada alemana en Turquía una
copia de la propuesta de Stern para sellar una alianza entre su movimiento y el
Tercer Reich. El documento de Ankara llevaba por título “PROPUESTA DE
LA ORGANIZACIÓN MILITAR NACIONAL (IRGÚN ZVAÍ LEUMÍ, NMO POR SUS SIGLAS EN
INGLÉS) RELATIVA A LA SOLUCIÓN DE LA CUESTIÓN JUDÍA EN EUROPA Y LA
PARTICIPACIÓN DE LA NMO EN LA GUERRA AL LADO DE ALEMANIA”. (El
documento está fechado el 11 de enero de 1941. En ese momento los seguidores de
Stern todavía se consideraban el “verdadero” Irgún, y fue sólo más tarde cuando
adoptaron el apelativo de Luchadores por la Libertad de Israel) [Lohamei Herut
Yisrael] En ese documento el grupo de Stern les decía a los nazis:
“La
evacuación de las masas judías de Europa es una condición previa para resolver
la cuestión judía; pero esto sólo puede hacerse mediante el asentamiento de
estas masas en el hogar del pueblo judío, Palestina, y mediante el
establecimiento de un Estado judío en sus fronteras históricas. […] La
NMO, que está al corriente de la buena voluntad del gobierno del Reich alemán y
de sus autoridades respecto a la actividad sionista dentro de Alemania y
respecto a los planes sionistas de emigración, opina que:
1. Pueden existir intereses comunes entre el establecimiento de
un Nuevo Orden en Europa, en conformidad con el concepto alemán, y
las verdaderas aspiraciones nacionales del pueblo judío tal como son encarnadas
por la NMO.
2. Es posible la cooperación entre la nueva Alemania y un
renovado hebraísmo nacional-volkista.
3. El establecimiento del Estado judío histórico sobre una base
nacional y totalitaria, y ligado mediante un tratado al Reich alemán, iría
en interés de una posición de poder alemana fuerte y prolongada en el Cercano
Oriente.
De estas
consideraciones se deriva que la NMO en Palestina, con la condición de que las
arriba mencionadas aspiraciones del movimiento israelí por la libertad sean
reconocidas por parte del Reich alemán, se ofrece a tomar parte activa en la
guerra del lado alemán. […] La participación indirecta del movimiento israelí
por la libertad en el Nuevo orden en Europa, que ya está en marcha, estaría
vinculada a una solución verdaderamente radical del problema judío en Europa,
en conformidad con las antes mencionadas aspiraciones nacionales del pueblo
judío. Esto fortalecería enormemente el fundamento moral del Nuevo Orden a ojos
de toda la humanidad. […] La NMO está estrechamente relacionada con los movimientos
totalitarios de Europa en su ideología y estructura.”
Grundzüge des Vorschlages der Nationalen
Militärischen Organisation in Palästina (Irgun Zew Leumi) und der aktiven
Teilnahme der NMMO am Krieg an der Seite Deutschlands”, David Yisraeli, The
Palestine Problem in German Politics 1889-1945. Ramat Gan, Israel: Bar Ilan
University, 1974, pp. 315-317.
Para vencer,
sostenía Stern, tenían que aliarse tanto con los fascistas como con los nazis:
no se podía entrar en negociaciones con Petliura (Simon Petliura
(1879-1926), político ucraniano. Fue ejecutado por el poeta y anarquista
ucraniano judío Sholem Samuel Schwarzbard (1886-1938). Se le atribuye a
Petliura la organización y fomento de persecuciones contra las comunidades
judías de Ucrania, a las que se sospechaba de apoyar a los bolcheviques, con
una cantidad de 35 a 50 mil personas asesinadas) y Mussolini y luego
rechazar a Hitler. ¿Conocía Yitzhak Yzertinsky —o Rabbi Shamir, si empleamos su
nom de guerre clandestino—, ministro de Asuntos Exteriores de Israel (Shamir
(nacido en 1915) fue ministro de Relaciones Exteriores de Israel entre
1980-1983, y primer ministro entre 1983 y 1984 y nuevamente entre 1986 y 1992),
la propuesta de confederación con Adolf Hitler defendida por su
movimiento?
En años
recientes, las actividades de la Banda Stern durante la guerra han sido
investigadas a fondo por Baruch Nadel, uno de los jóvenes que se unieron al
grupo en el período de posguerra, cuando éste ya había abandonado su postura
pronazi. Nadel está absolutamente convencido de que Yzertinky-Shamir estaba por
completo al tanto del plan de Stern: “Todos los conocían” (Entrevista
entre Lenni Brenner y Baruch Nadel (1981).
Cuando
Shamir fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores, la opinión internacional se
centró en el hecho de que el primer ministro Menajem Beguin hubiera
seleccionado para el cargo a alguien que había organizado dos célebres
asesinatos: el de Lord Moyne, ministro residente británico para Oriente Medio,
el 6 de noviembre de 1944; y el del conde Folke Bernadotte, mediados de las
Naciones unidas para Palestina, el 17 de septiembre de 1948. La inquietud
por su pasado terrorista oscureció la aún más grotesca idea de que un aliado en
potencia de Adolf Hitler pudiera ascender al liderazgo del Estado sionista.
Cuando Beguin designó a Shamir, y también cuando homenajeó a Stern con la
emisión de sellos postales con su retrato, lo hizo teniendo pleno conocimiento
de sus respectivos pasados... lo cual resulta OBVIO SI SE MIRAN SUS PROPIOS
ANTECEDENTES.
En 1921 un
grupo de Banqueros dirigido por Edward Mandell House, y aconsejado por Woodrow
Wilson, y Lionel Curtis representando el gobierno de Inglaterra, oficialmente
se reunieron en París para diseñar una estrategia de “educar” a los
americanos la necesidad de crear un gobierno mundial. El resultado
fue la creación del “Institute of international Affairs”, el cual tiene dos
ramas, una en Londres, llamada “Royal Institute of International Affairs”
(RIIA); y la otra rama en Nueva York, llamada “Council on Foreign Relations”
(CFR), que se creó oficialmente el 29 de Julio del 1921.
El propósito
de la CFR era moldear los acontecimientos para promover los beneficios del
gobierno mundial, y atraer los ricos intelectuales que pudieran influir la
dirección de la política de relaciones con el extranjero de los Estados Unidos.
La CFR fue respaldada por las fundaciones más ricas del mundo y por individuos
excepcionalmente exitosos.
En 1947, la
ONU decidió "purgar las culpas del holocausto NAZI" (eso, en
palabras oficiales; que en buen castellano se traduciría como: aprovechar la
situación y acciones nazis, agrandarla y maquillarla y utilizarla para ganar
apoyo y simpatía) favoreciendo la creación de un estado sionista con
reconocimiento internacional sobre el territorio que habita el pueblo
palestino.
El 29 de
noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en Nueva
York, aprobó la Resolución 181, la cual recomendaba un plan para resolver el
conflicto entre judíos y árabes en la región de Palestina, que se encontraba en
esos momentos bajo administración británica. El plan de la ONU proponía dividir
la parte occidental del Mandato en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un
área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional. El rechazo del
gobierno británico a llevar a cabo este plan, junto con la negativa de los
países árabes de la región a aceptarlo, tuvo como consecuencia una guerra civil
en el territorio del Mandato de Palestina que estalló al día siguiente de la
votación del Plan, seguida de la guerra árabe-israelí de 1948 y los sucesivos
enfrentamientos entre árabes y judíos que se mantienen hasta la actualidad.
Los
dirigentes del recién creado estado de Israel no se conforman con más de la
mitad del territorio y con algunas comunidades árabes en minoría dentro de sus
fronteras. Para revertir esta situación deciden planificar una guerra que
legitime la expulsión definitiva de los árabes de su propio suelo. Es el Plan
Dalet, cuyo propósito no es otro que garantizar las fronteras de Israel por la
limpieza étnica, expulsión y destrucción de villas, ciudades y urbanizaciones
palestinas.
El plan es
ejecutado por las fuerzas armadas de Israel. Las prácticas de exterminio son
habituales y utilizadas como amenaza a quienes se nieguen a huir. Un cuarto de
millón de palestinos abandona sus hogares huyendo del terror sionista antes de
que un sólo soldado árabe ponga pie sobre territorio palestino en la guerra de
1948.
¿EL HOLOCAUSTO O EL HOLOCUENTO?
Norman G.
Finkelstein (experto en ciencia política y autor estadounidense,
especializado en asuntos relacionados con el judaísmo, Israel y el sionismo, y
con el conflicto palestino israelí en particular. Creció y se educó en Nueva
York. Se graduó por la Binghamton University y se doctoró en Ciencia Política
por la Universidad de Princeton. Ha escalado todas las posiciones académicas en
el Brooklyn College, Rutgers University, Hunter College, New York University, y
más recientemente, DePaul University, en donde fue profesor asistente desde
2001 a 2007. Finkelstein ha escrito sobre las experiencias de sus padres
durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre, Maryla Husyt Finkelstein, creció
en Varsovia, Polonia, y sobrevivió al Ghetto de Varsovia, al Campo de concentración
de Majdanek y a dos campos de trabajo esclavo. El padre de Norman, Zacharias
Finkelstein, fue un sobreviviente tanto del Guetto de Varsovia como del Campo
de concentración de Auschwitz. Sus padres fallecieron en 1995. Su último libro
es “Beyond Chutzpah: On the Misuse of Anti-Semitism and the Abuse of History”
—Más allá del Chutzpah: sobre el abuso del antisemitismo y el maltrato de la
Historia”— (Berkeley, CA: University of California Press, 2007). Audacia,
desfachatez, atrevimiento, descaro, cualquiera de estas palabras puede definir
el término “chutzpah” en yiddish, tanto con significados positivos cuanto
negativos. Pero como el profesor Norman Finkelstein demuestra en su nueva obra,
hay gentes que se inclinan por la acepción más negativa de chutzpah) expone
EN SU LIBRO "LA INDUSTRIA DEL HOLOCAUSTO: REFLEXIONES SOBRE LA
EXPLOTACIÓN DEL SUFRIMIENTO JUDÍO", la tesis de que la memoria
del Holocausto no comenzó a adquirir la importancia de la que goza hoy día
hasta después de la guerra árabe-israelí de 1967. Esta guerra demostró la
fuerza militar de Israel y consiguió que Estados Unidos lo considerara un
importante aliado en Oriente Próximo. Esta nueva situación estratégica de
Israel sirvió a los líderes de la comunidad judía estadounidense para explotar
el Holocausto con el fin de promover su nueva situación privilegiada, y para
inmunizar a la política de Israel contra toda crítica. Finkelstein
sostiene que uno de los mayores peligros para la memoria de las
víctimas del nazismo procede precisamente de aquellos que se erigen en
sus guardianes.
Como
pueden ver los mentirosos llorones sionistas que siempre se esconden detrás de
la muletilla de que "el que niega el Holocausto es
antisionista", NADIE NIEGA QUE HUBO VÍCTIMAS DEL NAZISMO... pero
no son las que ellos quieren.
Entre el fin
de la Segunda Guerra Mundial y fines de los 1960, sólo un puñado de libros y
películas tocó el tema del Holocausto. Había sólo un curso universitario
en los EE.UU. dedicado al asunto. [Rochelle G. Saidel, Never Too Late
to Remember (New York 1996), 32] Cuando Hannah Arendt publicó Eichmann
in Jerusalem en 1963, tuvo a su disposición solamente dos estudios académicos
en inglés sobre los cuales basarse: The Final Solution de Gerald Reitlinger y
The Destruction of the European Jews de Raul Hilberg. [Hannah Arendt,
Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil, edición revisada y
ampliada (Nueva York 1965), 282. La situación en Alemania no fue muy distinta.
Por ejemplo, la biografía justamente famosa de Hitler por Joachim Fest,
publicada en Alemania en 1973, dedica tan sólo cuatro de sus 750 páginas al
exterminio de los judíos y un simple párrafo a Auschwitz y otros campos de la
muerte. Joachim Fest, Hitler (Nueva York, 1975), 679-82.]
No había ni monumentos ni recordatorios que
hiciesen referencia al holocausto nazi en los Estados Unidos. Por el
contrario, las principales organizaciones judías se oponían a una
monumentalización de esa clase. La pregunta es ¿por qué?
La explicación estándar es que los judíos estaban
traumatizados por el holocausto nazi y, por lo tanto, reprimieron el recuerdo
del mismo. De hecho, no hay pruebas que apoyen esta conclusión. Sin duda,
algunos sobrevivientes, ya sea entonces o en años posteriores, no querían
hablar de lo que sucedió. Sin embargo, muchos otros sí deseaban hablar –y
mucho– y no cesaban de hablar de ello cada vez que se daba la ocasión. [Para
un comentario sensible sobre estos dos tipos de sobreviviente, véase Primo
Levi, The Reawakening, with a new afterword (New York: 1986), 207]. El
problema era que los norteamericanos no querían escuchar.
La verdadera razón para el silencio público sobre
el exterminio nazi fueron las políticas conformistas de la dirigencia judía
norteamericana y el clima político de los Estados Unidos de postguerra. Tanto
en cuestiones domésticas como internacionales, las élites judías
norteamericanas acompañaban muy de cerca la política oficial de los
EE.UU.
Al hacerlo, facilitaban de hecho los tradicionales
objetivos de asimilación y acceso al poder. Con el comienzo de la guerra
fría, las principales organizaciones judías saltaron a la lucha. Las élites
judías norteamericanas "olvidaron" el holocausto nazi porque
Alemania (Alemania Occidental para 1949) se convirtió en un aliado
norteamericano de postguerra crucial para el enfrentamiento entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética. El desenterrar el pasado no servía a ningún
propósito útil; de hecho, sólo complicaba las cosas. |
Todo cambió
con la guerra árabe-israelí de 1967. En prácticamente todos los aspectos fue
sólo después de este conflicto que El Holocausto se convirtió en un deporte de
la vida judía norteamericana. [17] La explicación convencional de esta transformación
es que el extremo aislamiento y la vulnerabilidad de Israel durante la guerra
de Junio revivió la memoria del exterminio nazi. De hecho, este análisis
distorsiona tanto las relaciones de poder en Medio Oriente, existentes por
aquella época, como la naturaleza de la relación que se estaba estableciendo
entre las élites judías norteamericanas e Israel.
Desde su
fundación en 1948 hasta junio de 1967 Israel no figuró de modo central en la
planificación norteamericana. Cuando la dirigencia judía de Palestina se
preparó a declarar el Estado de Israel, el presidente Truman vaciló sopesando
consideraciones domésticas (el voto judío) y la alarma del Departamento de
Estado (el apoyo a un Estado judío alienaría al mundo árabe). Para asegurar los
intereses de los EE.UU. en Medio Oriente, la administración Eisenhower
equilibró su apoyo a Israel con otro por las naciones árabes, favoreciendo sin
embargo a los árabes.
Los
encontronazos de Israel con los EE.UU. sobre cuestiones políticas culminaron en
la crisis del Canal de Suez de 1956, cuando Israel se complotó con Gran Bretaña
y Francia para atacar al líder nacionalista egipcio Gamal Abdel Nasser. Si
bien la fulminante victoria de Israel y su conquista de la Península del Sinaí
llamó la atención sobre su potencial estratégico, los EE.UU. siguieron
considerándolo tan sólo como una posesión regional entre varias otras. De
acuerdo con ello, el presidente Eisenhower forzó la retirada israelí completa,
virtualmente incondicional, del Sinaí.
Después,
vino la guerra de junio. Los EE.UU., impresionados por la devastadora
demostración de fuerza por parte de Israel, decidieron incorporarla a su
patrimonio estratégico. (Ya antes de la guerra de Junio los EE.UU. se
habían cautamente inclinado por Israel, ante el curso cada vez más
independiente que tomaron los regímenes de Egipto y Siria hacia mediados de los
1960). A MEDIDA EN QUE ISRAEL SE CONVERTÍA EN UN DELEGADO DE LOS EE.UU.
EN MEDIO ORIENTE, LA AYUDA MILITAR Y ECONÓMICA COMENZÓ A LLEGAR.
Para las
élites judías norteamericanas, la subordinación de Israel al poder
norteamericano fue un premio. El sionismo había surgido de la premisa que la
asimilación era una ilusión, que los judíos siempre serían percibidos como
extranjeros potencialmente desleales. Para resolver este dilema, los sionistas
propusieron establecer un hogar nacional para los judíos. De hecho, la
fundación de Israel exacerbó el problema; en todo caso para la judería de la
diáspora: le otorgó expresión institucional a la acusación de doble lealtad.
Paradójicamente, después de junio de 1967 Israel facilitó la asimilación en los
EE.UU.: los judíos ahora estaban en las primeras filas defendiendo a los
Estados Unidos –y hasta a toda la "Civilización Occidental"–
enfrentando a las retrógradas hordas de los árabes. Mientras antes de 1967
Israel representaba el peligro de la doble lealtad, ahora connotaba una
super-lealtad. Después de todo, no eran norteamericanos sino israelíes los que
luchaban y morían protegiendo los intereses de los EE.UU. Y, a diferencia de
los soldados norteamericanos en Vietnam, los combatientes israelíes no
resultaban humillados por advenedizos del Tercer Mundo.
Después de
la guerra de Junio, las principales organizaciones norteamericanas trabajaron a
tiempo completo para consolidar la alianza norteamericano-israelí. EN
EL CASO DE LA ADL (LIGA ANTI DIFAMACIÓN) ESTO INCLUYÓ UNA AMPLIA OPERACIÓN DE
VIGILANCIA DOMÉSTICA CON LAZOS A LA INTELIGENCIA ISRAELÍ Y SUDAFRICANA. [Robert
I. Friedman, "The Anti-Defamation League Is Spying on You, " en
Village Voice (11 Mayo 1993). Abdeen Jabara, "The Anti-Defamation League:
Civic Rights and Wrongs", en Covert Action (Verano 1993). Matt Isaacs, "Spy vs Spite,
" en SF Weekly (2 - 8 Febrero 2000)]. La cobertura de Israel en el New York Times
aumentó dramáticamente después de Junio de 1967. Las citas de 1955 y 1965
sobre Israel en el New York Times Index ocuparon, cada una, 60 pulgadas de
columna. Las citas de Israel en 1975 ocuparon 260 pulgadas de columna en su
totalidad. "Cuando quiero sentirme mejor" –
reflexionó Wiesel en 1973 – "me dedico a las cuestiones sobre
Israel en el New York Times" [Elie Wiesel, Against Silence,
seleccionado y editado por Irving Abrahamson (New York: 1984), v. i, 283]. Al
igual que Podhoretz, muchos de los más conocidos intelectuales judíos
norteamericanos encontraron de repente su "religión" después de la
guerra de Junio.
Como
adquisición estratégica de los EE.UU. Israel no careció de críticos. Aparte de
la creciente censura internacional por rehusarse a negociar un acuerdo con los
árabes según las resoluciones de las Naciones Unidas y su truculento apoyo a
las ambiciones globales norteamericanas, [Norman G. Finkelstein, Image
and Reality of the Israel — Palestine Conflict (New York: 1995), Caps. 5-6], Israel
tuvo que enfrentar también al disenso local dentro de los EE.UU.
Algunos
argumentaron que la subordinación de Israel al poder norteamericano y la
ocupación de Estados árabes vecinos, no sólo estaba mal por principio, sino que
resultaba adverso hasta para los propios intereses israelíes. Israel se
volvería cada vez más militarizado y alienado del mundo árabe. Sin embargo,
para los nuevos "partidarios" norteamericanos de Israel, un
discurso semejante rayaba en la herejía: un Israel independiente, en paz
con sus vecinos, carecía de valor; un Israel alineado con las corrientes del
mundo árabe que buscaban independizarse de los EE.UU. era un
desastre. Solamente una Esparta israelí, obligada a los EE.UU. podía
servir, porque solamente entonces podrían los dirigentes judíos estadounidenses
actuar de voceros de las ambiciones imperiales norteamericanas.
A fin de
proteger su adquisición estratégica, las élites norteamericanas
"recordaron" el Holocausto [Noam Chomsky,
The Fateful Triangle (Boston 1983), 4]. La historia oficial dice que lo hicieron porque, por
la época de la guerra de Junio, creyeron que Israel estaba en peligro mortal y
les asaltó el miedo de que hubiese un "segundo Holocausto". Este
argumento no resiste el análisis.
Israel
demostró ser por lejos menos vulnerable en 1967 que en su lucha por la
independencia. Los dirigentes israelíes y norteamericanos sabían de antemano
que Israel triunfaría fácilmente y en un par de días en una guerra contra sus
vecinos árabes.
Novick
informa que: "Hubo sorprendentemente escasas referencias al
Holocausto en la movilización judía norteamericana en favor de Israel antes de
la guerra" [Novick, The Holocaust, 148]. La industria
del Holocausto emergió de repente sólo después del devastador despliegue de
poderío militar y floreció en medio de un extremo triunfalismo israelí [Véase,
por ejemplo, Amnon Kapeliouk, ISRAEL: LA FIN DES MYTHES (Paris:
1975). La Editorial Virtual 05/01/10 10:08 Page 65
sur 84]. El esquema interpretativo convencional no puede explicar estas
anomalías.
Durante la
Segunda Guerra Mundial y en sus postrimerías, informa Novick, "difícilmente
alguien dentro del gobierno (de los EE.UU.) (y difícilmente alguien fuera de
él, sea judío o gentil) hubiera comprendido la expresión "abandono de los
judíos". El cambio se produjo después de junio de 1967. "El
silencio del mundo", "la indiferencia del mundo", "el
abandono de los judíos"; estos temas se convirtieron en una constante del
"discurso sobre El Holocausto" [Novick, The Holocaust, 59,
158 - 9].
Apropiándose
de un principio sionista, el esquema del Holocausto presentó la Solución Final
de Hitler como la culminación del milenario odio a los judíos. Los judíos
perecieron porque todos los gentiles, fuesen perpetradores o colaboradores
pasivos, querían verlos muertos. De acuerdo con Wiesel, "El
mundo libre y "civilizado" " entregó los judíos "al
verdugo. Hubo matadores – los asesinos – y hubo quienes permanecieron en
silencio" [Wiesel, And the Sea].
Diario de Herzl: las pruebas de su puño y letra de
que el antisemitismo es un invento sionista.
El dogma del
eterno odio gentil incorporado al Holocausto ha servido tanto para justificar
la necesidad de un Estado judío como para explicar la hostilidad hacia Israel.
El Estado
judío es la única salvaguarda contra el próximo (inevitable) estallido de
antisemitismo homicida. Recíprocamente, el antisemitismo homicida está detrás
de todo ataque y hasta de toda maniobra defensiva contra el Estado judío. Para
explicar la crítica a Israel, la escritora Cynthia Chick tenía una respuesta
rápida: "El mundo quiere eliminar a los judíos... el mundo
siempre ha querido eliminar a los judíos" [Cynthia Ozick, "All
the World Wants the Jews Dead, " en Esquire (Noviembre, 1974)]. Si
todo el mundo quiere ver a los judíos muertos, realmente el milagro es que
todavía estén vivos y (a diferencia de gran parte de la humanidad) no
exactamente muriéndose de hambre.
Este dogma
también le ha conferido un permiso absoluto a Israel: puesto que los gentiles
están siempre intentando asesinar judíos, los judíos tienen el derecho a
protegerse de cualquier modo que lo consideren adecuado. Cualquier método
al que puedan llegar a recurrir los judíos, incluso agresión y tortura,
constituye legítima defensa propia. Deplorando la "lección del
Holocausto" sobre el eterno odio gentil, Boas Evron observa que "realmente
equivale a un cultivo deliberado de la paranoia... Esta mentalidad... indulta
por adelantado cualquier trato inhumano a los no-judíos puesto que la mitología
imperante es que "todos los pueblos colaboraron con los nazis en la
destrucción de la judería", por lo cual todo le está permitido a los
judíos en su relación con los demás pueblos." [Boas Evron,
Jewish State or Israeli Nation (Bloomington: 1995), 226 - 7].
En el
esquema del Holocausto, el antisemitismo gentil es no sólo inerradicable sino
también y siempre irracional. Yendo mucho más allá del análisis sionista
clásico, y ni hablemos del análisis académico normal, Goldhagen interpreta el
antisemitismo como "divorciado de los judíos reales",
"fundamentalmente no una respuesta a cualquier evaluación objetiva del
accionar judío" e "independiente de la naturaleza y
de las acciones del judío". Es, según él, una patología mental
cuyo "dominio de hospedaje" está "la mente" (énfasis en el
original). De acuerdo con Wiesel, el antisemita, impulsado por "argumentos
irracionales", "simplemente representa el hecho de que el judío
existe" [Goldhagen, Hitler's Willing Executioners, 34 - 5, 39,
42. Wiesel, And the Sea, 48]
El sociólogo
John Murray Cuddihy observa críticamente: "No sólo cualquier cosa
que el judío haga o deje de hacer no tiene nada que ver con el antisemitismo,
sino cualquier intento de explicar el antisemitismo haciendo referencia a la
contribución judía al antisemitismo ya constituye, de por si, una instancia de
antisemitismo." (énfasis en el original) [John
Murray Cuddihy, "The Elephant and the Angels: The Incivil Irritatingness
of Jewish Theodicy, " en Robert N. Bellah and Frederick E. Greenspahn
(eds), Uncivil Religion (New York: 1987), 24. Además de este artículo, véase su
"The Holocaust: The Latent Issue in the Uniqueness Debate, " en P.F.
Gallagher (ed.), Christians, Jews, and Other Worlds (Highland Lakes, NJ:
1987)]. Por
supuesto, la cuestión no que el antisemitismo es justificable, ni tampoco que
los judíos son culpables de los crímenes cometidos contra ellos. La cuestión es
que el antisemitismo se desarrolla dentro de un contexto histórico específico
con su consecuente interacción de intereses. Ismar Schorsch señala que "Una
minoría bien organizada y mayormente exitosa puede inspirar conflictos que se
derivan de tensiones inter-grupales objetivas", si bien estos conflictos
están "frecuentemente envueltos en estereotipos antisemitas". [Schorsch,
The Holocaust, 39. De paso, la pretensión de que los judíos constituyen una
minoría "excepcionalmente dotada" también constituye, en mi opinión,
"una versión secular de mal gusto de la concepción de pueblo
elegido"]
Con
frecuencia la esencia irracional del antisemitismo gentil resulta inferida de
la esencia irracional del Holocausto. A saber: la Solución Final de Hitler
careció de racionalidad: fue "maligna por si misma", un asesinato
masivo "sin objeto"; la Solución Final de Hitler marcó la culminación
del antisemitismo gentil; por lo tanto el antisemitismo gentil es esencialmente
irracional. Estas proposiciones, tomadas en forma aislada o conjunta, no
resisten ni al más superficial de los análisis [Si bien una exposición
completa de este tema está más allá del marco de este ensayo, considérese tan
sólo la primer proposición. La guerra de Hitler contra los judíos, aún siendo
irracional (y esto en si mismo ya sería una cuestión compleja) difícilmente
constituiría un hecho histórico único. Recuérdese, por ejemplo, la tesis
central del tratado de Joseph Schumpeter sobre el imperialismo en cuanto a que
"tendencias no-racionales e irracionales, puramente instintivas, hacia la
guerra y la conquista juegan un papel muy grande en la historia de la
humanidad... incontables guerras – quizás la mayoría de todas las guerras – han
sido libradas sin... un interés razonado y razonable." Joseph
Schumpeter, "The Sociology of Imperialism, " en Paul Sweezy (ed.),
Imperialism and Social Classes [New York: 1951], 83) La
Editorial Virtual 05/01/10
10:08 Page 69 sur 84]. Políticamente, sin embargo, el argumento resulta muy
útil.
Al conferir
una inmunidad total a los judíos, el dogma del Holocausto inmuniza a Israel y a
la judería norteamericana de todo reproche legítimo. La hostilidad árabe,
la hostilidad afroamericana: "fundamentalmente no son una respuesta a
ninguna evaluación objetiva de la actividad judía" (Goldhagen [Evitando
explícitamente el esquema del Holocausto, el reciente estudio de Albert. S.
Lindenmann sobre el antisemitismo parte de la premisa que "cualquiera que
sea el poder del mito, no toda la hostilidad hacia los judíos, sea individual o
colectiva, ha estado basada sobre visiones fantásticas o quiméricas de ellos,
ni sobre proyecciones sin relación con ninguna realidad palpable. Como seres
humanos, los judíos, al igual que cualquier otro grupo, han sido capaces de
provocar hostilidad en el mundo secular cotidiano." (Esau's Tears
[Cambridge: 1997], xvii)]. Considérese lo que dice Wiesel sobre la
persecución a los judíos: "Por dos mil años... siempre estuvimos
amenazados... ¿Por qué? Por ninguna razón." Sobre la hostilidad
árabe hacia Israel:
"Porque
somos quienes somos y por lo que representa nuestro hogar nacional Israel – el
corazón de nuestras vidas, el sueño de nuestros sueños – cuando nuestros
enemigos traten de destruirnos lo harán tratando de destruir a Israel".
Sobre la hostilidad de las personas negras hacia los judíos norteamericanos:
"Las personas que se inspiran en nosotros no nos agradecen, sino que nos
atacan. Nos hallamos en una situación muy peligrosa. Somos otra vez los chivos
emisarios de todas las partes... Hemos ayudado a los negros; siempre los
hemos ayudado... Compadezco a los negros. Hay una sola cosa que deberían
aprender de nosotros y ésa es gratitud. No hay pueblo en el mundo que conozca
la gratitud como nosotros la conocemos; somos eternamente agradecidos." [Wiesel, Against Silence, v.
i, 255, 384]
"Siempre
castigado, siempre inocente: ésa es la carga por ser judío". [Chaumont establece el
importante punto de que este dogma del Holocausto hace que otros crímenes sean
más aceptables. La insistencia sobre la radical inocencia de los judíos – esto
es: la ausencia de todo motivo racional para perseguirlos y ni hablar de matarlos
– "presupone un status "normal" para persecuciones y matanzas en
otras circunstancias, creando de facto una división entre crímenes
incondicionalmente intolerables y crímenes con los cuales un tiene que convivir
y, por lo tanto, puede convivir." (La concurrence, 176)]
¿CUÁNTOS JUDÍOS HABÍA EN TODA EUROPA? ¿ES POSIBLE LA CIFRA DE 6
MILLONES DE MUERTOS?
Según
fuentes oficiales judías de la época ("The New York Times", 11 de
Enero de 1945, reproduciendo datos oficiales de la "American Jewish
Conference"), el número de judíos que vivían en Europa en 1933, era de
5.600.000, sin contar los que vivían en la URSS, ya que la mayoría estuvo
en todo momento fuera del alcance alemán. Ahora bien, dos fuentes dispares, una
suiza ("Baseler Nachrichten" 13-IV-1946) y otra judía
("Aufbau", periódico yídish de Nueva York. Artículos del demógrafo
israelita Bruno Blau, 13-VIII-1948.) coinciden en que el número de emigrantes
judíos, entre 1933 y 1945, a Inglaterra, Suecia, Suiza, la Península Ibérica,
Canadá, los EUA, Hispanoamérica, Australia, China, la India, Palestina y
África, fue de unos 1.440.000. Estos judíos procedían de Alemania, Austria,
Checoeslovaquia y, en menor escala, de Polonia,Rumania y Hungría. Por otra
parte, el número de judíos que vivían en países neutrales, sin contar los que
acababan de llegar de otros países era de 413.128 ("World Almanach"
(Almanaque Mundial), 1942. p. 594.).
Entonces
llegamos a la conclusión de que 5.600.000 judíos vivían en Europa, excluyendo
la URSS, en 1933, cuando el Nacionalsocialismo sube al poder. Debemos restar
como posibles víctimas de los nazis a 1.440.000 que lograron emigrar a países
neutrales y militantes en el bando Aliado, más a 413.128 que ya residían en
países neutrales o en la inocupada Inglaterra (Tales judíos residían en
Inglaterra, Gibraltar, Portugal, España, Suecia. Suiza, Turquía Europea e
Irlanda). Esto reduce la cifra a 3.746.872. De todos modos, estaríamos siendo
generosos con estas cifras, pues habría que descontar a los que vivían en la
Polonia de Este y en los países bálticos, que huyeron a la Unión Soviética
después de 1939 y fueron evacuados fuera del alcance de las tropas alemanas que
se internaban en laURSS. La cifra de judíos emigrados, por tanto, a salvo,
según el historiador judío Reitlinger (G. Reitlinger, "Die
Endlösung", p. 34) fue de 1.550.000. Así llegamos a la cifra de 2.196.872
almas. Todavía tendríamos que restar a este número las numerosas comunidades
judías que los países aliados de Alemania no quisieron deportar, pero aun
suponiendo que todos fueran tristemente muertos, ¿de dónde han salido los
judíos que hoy día pueblan Israel, Norteamérica y Sudamérica? O más
inquietante aún, ¿de dónde han salido tantísimos supervivientes del Holocausto?
Todo parece demasiado evidente a pesar de trabajar con datos meramente judíos.
El término
"sobreviviente del Holocausto" originalmente designó a quienes
sufrieron el singular trauma de los ghettos judíos, los campos de concentración
y los campos de trabajos forzados; frecuentemente en esa secuencia. El
número de estos sobrevivientes al final de la guerra se calcula generalmente en
unos 100.000 [Henry Friedlander, "Darkness and Dawn in 1945 The
Nazis, the Allies, and the Survivors," en US Holocaust Memorial Museum,
1945—the Year of Liberation (Washington 1995), Il-35]. La cantidad de
sobrevivientes actualmente vivos no puede ser hoy más que una cuarta parte de
esa cifra. Dado que el haber soportado los campos confiere una corona de
mártir, muchos judíos que habían pasado la guerra en otros lugares se hicieron
pasar por sobrevivientes de los campos. Aparte de ello, el otro motivo para
esta impostura fue material. El gobierno alemán de postguerra pagaba
compensaciones a judíos que habían estado en los ghettos o en los campos.
Muchos judíos se fabricaron un pasado acorde con los requerimientos de este
beneficio [Véase, por ejemplo, Segev, Seventh Million, 248].
En años
recientes, el término "sobreviviente del Holocausto" ha sido
redefinido para designar no sólo a los que soportaron sino también a los que
consiguieron evadir a los nazis. Incluye, por ejemplo, a más de 100.000 judíos
polacos que hallaron refugio en la Unión Soviética después de la invasión nazi
a Polonia. "Sin embargo, los que vivieron en Rusia no fueron
tratados de un modo diferente que los demás ciudadanos del país" observa
el historiador Dinnerstein, mientras que "los sobrevivientes de
los campos de concentración tenían el aspecto de muertos
vivos" [Leonard Dinnerstein, America and the Survivors of the
Holocaust (New York: 1982), 24]. Uno de los aportantes a un sitio web
dedicado al Holocausto sostuvo que, si bien pasó la guerra en Tel Aviv, se
consideraba a sí mismo un sobreviviente del Holocausto porque su abuela había
muerto en Auschwitz. A juzgar por Israel Gutman, Wilkomirski es un
sobreviviente del Holocausto porque su "dolor es auténtico". (¿ESTO
ES UN CHISTE? LAMENTABLEMENTE, NO, PARECE QUE BASTA "SENTIR MUCHO"
PARA SER SOBREVIVIENTE DEL HOLOCAUSTO...)
Compárese
esto con el historial de los EE.UU. Como resultado de la guerra norteamericana
en Indochina murieron unos 4 o 5 millones de hombres, mujeres y niños. Un
historiador recuerda que, DESPUÉS DE LA RETIRADA NORTEAMERICANA,
VIETNAM NECESITABA AYUDA DESESPERADAMENTE. "En el Sur se
habían destruido 9.000 de los 15.000 asentamientos existentes, 10.00.000 de
hectáreas de tierras cultivadas, 4.860.000 hectáreas de bosques, la ganadería
había perdido 1.5 millones de animales; había estimativamente 200.000 prostitutas,
879.000 huérfanos, 181.000 discapacitados y un millón de viudas. Las seis
ciudades industriales del Norte estaban severamente dañadas al igual que los
pueblos distritales y provinciales, así como 4.000 de las 5.800 comunidades
agrícolas". Sin embargo, negándose a pagar indemnizaciones, el
presidente Carter explicó que "la destrucción fue mutua". Wiliam
Cohen, el secretario de Defensa del presidente Clinton, después de declarar que
"no veía ninguna necesidad de pedir disculpas, ciertamente, por la guerra
en sí" opinó: "Ambas naciones fueron heridas por esto. Tienen sus
cicatrices por la guerra. Nosotros, por cierto, tenemos las nuestras."[Marilyn
B. Young, The Vietnam Wars (New York: 1991), 301 - 2. "Cohen:
US Not Sorry for Vietnam War," en Associated Press (11 Marzo 2000)]
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FUENTES:
- Nazismo
y Sionismo
- Wikipedia
- Norman Filkenstein - La Industria del Holocausto
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